jueves, 18 de septiembre de 2025

PELÍCULAS VISTAS EN EL CINE Y EN LA TELE (AGOSTO / SEPTIEMBRE DE 2025)

El cautivo (Alejandro Amenábar, 2025)

Un film romo, sin sustancia, sin deseos de provocar, sorprender o trascender, así calificaría yo a El cautivo, la última película del ex-niño prodigio Alejandro Amenábar. Un telefilm, una rai-fiction, una película digna del eslogan de rtve con el cine europeo. El joven Cervantes de Amenábar es un personaje que juega a Sherezade para salvar la vida, pero en el que es difícil percibir un trasfondo de gracia o talento; más bien es un héroe juvenil de serie de Netflix, vestido al estilo del siglo de Oro. A pocos creo que pueda ofender o escandalizar un romance homosexual a estas alturas, aunque el protagonista sea en esta ocasión un hito de la cultura hispánica. Al menos, Amenábar parece haberse informado, aunque sea en wikipedia, un poco como hizo en Mientras dure la guerra. Aquí ha intentado que cada ocurrencia de la trama esté sustentada al menos en una teoría cervantina, así que no está nada mal en ese sentido. 

Un poco telenovela turca. 


Otra cosa es su validez como obra cinematográfica. La película es plana y aburridilla por momentos, predecible en tantos otros, peliculera en muchos, y sin-más en la mayor parte de su duración. Su tono neutro y equidistante, con perlas para todos, hace que sea una película que podría hacer las delicias de un votante medio del PSOE y también de Pérez Reverte. En fin, todo muy mitigado, con cero riesgos, una película para poner en los institutos (*) o para ver en una tarde de domingo en la tele. 

Llega un momento en que Cervantes se cansa de contar historias. O nosotros de él, quién sabe. 


(*) totalmente en contra de poner películas en los institutos. 

Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson, 2021)

Esta película ya tiene sus añitos, pero yo la he visto ahora. Se habló mucho de ella en su día, presentando, como tantas otras veces, a PTA como el nuevo Kubrick. Aquí más desenfadado, más juvenil, más nostálgico. También un poco random, como en Inherent Vice, uniendo tramas absurdas, al modo de una película de momentos. Su película es un poco su Amarcord particular, ambientado en los setenta, aunque PTA aluda a otros referentes americanos.  

La crisis del petróleo irrumpe de pleno en la historia.


Reconozco que la película tiene su gracia, algo que tiene un gran mérito, puesto que tanto el chico como la chica resultan bastante odiosos. La película es un romance, con personajes al parecer normales: un niño prodigio, que juega a ser empresario, y una joven desorientada, de unos 25 años, un poco alocada, con la que es bastante difícil empatizar. El salto de edad entre ambos apenas es perceptible, puesto que el chico no parece tener 15 años, sino más bien veintitantos. La historia de ambos es un tanto peñazo, para qué engañarnos, con demasiadas carreras: se acercan y se separan, se ponen celosos mutuamente, y se reconcilian siempre. Un poco cansino todo.

Ahora digo esto, pero quizá, si la vuelvo a ver, diga lo contrario. 

Pero mira por dónde, las escenas aleatorias son curiosas. Me quedó con algunos momentos de extraña tensión: el descenso en un camión sin gasolina por una revirada carretera desde una colina de ricachones del mundo del espectáculo; el momento del salto en moto sobre una pira en llamas, protagonizado por Sean Penn; las camas de agua y los pinball; la efímera detención; los niños trabajando, de aquí para allá, como emprendedores de poca monta. Tienen su gracia y remiten a otro mundo (cuando la gente se divertía sin móviles, dice la parte boomer de mi mente). Paul Thomas Anderson se ha convertido en un director de momentos, de destellos casi, de instantes de puro disfrute, como sucedía un poco en Phantom Thread, la película que me reconcilió con su cine (y con Daniel Day Lewis) y de la que siempre recuerdo la interminable lista de platos que el personaje del modisto encarga para desayunar. 

El talento y entusiasmo inagotable de los niños de 15 años.

Descender en punto muerto. 


En resumen, es una película que vive de la época que retrata, un poco como Once upon a time in Hollywood o algunas de Linklater. Las elecciones musicales son correctísimas y ayudan a que la película crezca. Valoro su voluntad de crear una película que encapsule el aroma de la década de los setenta, pero la historia tampoco tiene mucho recorrido, más allá de cuatro o cinco momentos de gozo visual y narrativo. 

La película tiene planos muy interesantes. Este PTA más sosegado, menos trasgresor, me gusta algo más que el de los 2000. 

Materialistas (Celine Song, 2025)

Película un tanto decepcionante, después de la magistral Vidas pasadas. Si en aquella parecía que la directora quería contar algo de verdad, casi de primera mano, aquí ha caído en los clichés de la comedia romántica más sosa, más predecible también, ofreciendo al espectador un buen producto pero sin el carácter memorable de su ópera prima. La película trata sobre una empresa de citas, en la que los candidatos se miden en cuanto a criterios puramente materialistas: edad, estatura, sueldo...En fin, una típica dicotomía entre el amor superficial, entendido como inversión, y el amor auténtico, entendido como negociación y punto de encuentro entre extraños. La premisa no está mal, pero no es original. 

Una comedia romántica, pero también una película sobre las diferencias sociales en una gran ciudad. 


En cuanto a la materialización de la idea y de la trama, Celine Song consigue de nuevo imágenes interesantes, con cierto difuminado de los fondos en ciertas ocasiones, para que sean los actores los que ganen importancia. De nuevo es Nueva York protagonista, un lugar que alterna, según a la clase a la que pertenezcas, entre el mundo de las alturas, con sus fiestas sofisticadas, exclusivos restaurantes asiáticos y apartamentos interminables, y el mundo de abajo, con sus atascos, pisos compartidos y teatros de poca monta. Valoro la capacidad de la directora para seguir en su propio mundo referencial con una historia en la que logra reinventarse, con un tono más ligero y accesible. Pero desafortunadamente su propuesta no me acabó de convencer del todo. 

De nuevo una escena con ristras de bombillas, como en Past Lives.