sábado, 30 de abril de 2016

VENUS


Después de pasear la vista por los salones y galerías de los grandes museos, se diría que el arte se ha hecho para ensalzar la belleza, especialmente femenina. Blancas y púdicas korai griegas, pálidas vírgenes góticas, doncellas rencentistas de perfil, judiths que blanden cuchillos en espacios tenebristas, estilizadas sonrisas de Benín, jóvenes románticas revolucionarias...el arte ha sido el altar de la belleza femenina. Y aunque parezca que desde "Las señoritas de Aviñón" ya no sea siempre así y el arte haya descubierto la fealdad y la abstracción, el cine ha seguido explorando sin descanso el rostro femenino, contando historias sobre personajes femeninos cuyo carisma y fuerza proviene simplemente de la sabia organización de los rasgos faciales, de eso que los antiguos llamaban armonía y que es el punto de partida de eso que llaman belleza. Aunque no exclusivamente, claro está, pues la belleza está más en quien mira que en aquello que es mirado.

Koré 684, c.530 a.C.

Imagen alegórica de la Sinagoga, catedral de Bamberg, c.1230 - 1240

Cabeza femenina de bronce, Nigeria, finales siglo XIV - principios XV

Tumba de Ilaria del Carretto, Jacopo della Quercia, 1406 - 1407

El nacimiento de Venus (detalle), Sandro Botticelli, c. 1485
Judith y Holefernes (detalle), Michelangelo Merisi il Caravaggio, 1598

Gitana con niño, Amedeo Modigliani, 1919


En definitiva, con un candil en mano, o en un bosquecillo de naranjos, los directores de cine continuan obsesionados con la idea de Venus.  

Maruschka Detmers en Diablo en el cuerpo (Marco Bellocchio, 1986)
Leonora Ruffo en Hércules en el centro de la tierra (Mario Bava, 1961)

Claudia Cardinale en Ocho y medio (Federico Fellini, 1963)
Irene Jacob en La doble vida de Verónica (Krzystof Kieslowski, 1990)
Charo López en Manuela (Gonzalo García-Pelayo, 1976)
Isabelle Adjani en Possession (Andrzej Zulawski, 1981)


Laura Morante en Bianca (Nanni Moretti, 1984)

Joanna Kulig en Cold War (Pawel Pawlikowski, 2018)
Rosanna Arquette en Jo, qué noche (Martin Scorsese, 1984)


Leonor Silveira en Valle de Abraham (Manoel de Oliveira, 1993)



Eva Green en Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)

Michèle Mercier en I tre volti della paura (Mario Bava, 1963)

Haydée Politoff en La coleccionista (Eric Rohmer, 1967)

Clotilde Hesme en Les amants reguliers (Philippe Garrel, 2005)
Pilar López de Ayala en En la ciudad de Sylvia (José Luis Guerín, 2007) 


Jitka Zelenohorská en Trenes rigurosamente vigilados (Jiri Menzel, 1966)

Hazar Ergüçlü en El peral silvestre (Nuri Bilge Ceylan, 2018)

Bibi Andersson en Persona (Ingmar Bergman, 1966)

Olivia Hussey en Romeo y Julieta (Franco Zeffirelli, 1968)

viernes, 29 de abril de 2016

MUCHACHA EN LA VENTANA

Una muchacha observa el mundo desde la ventana. La vemos de espaldas, desde el interior de su habitación, absorta en la contemplación del exterior, o bien con la ventana abierta, para que el mundo entre en su casa, o bien cerrada, para defenderse de él. 
Otro caso: una muchacha se ofrece al mundo desde la ventana. La vemos desde la acera de una calle cualquiera o desde el edificio justo enfrente. Se ofrece con una sonrisa, buscando complicidad, o resguardada de las miradas tras el cristal. 
Ambos son temas que han aparecido innumerables veces en un mundo dominado hasta hace bien poco por los hombres, el mundo del arte. De hecho, la mujer ha sido siempre, o casi siempre, una construcción masculina. Rembrandt, Murillo, Vermeer, Friedrich, Dalí y Hopper se recrearon en estas muchachas asomadas a la ventana, pensativas o sonrientes, misteriosas como un acertijo no desvelado; Antonioni, Kieslowski y Oliveira han hecho el mismo ejercicio en el cine. La ventana es en ambos casos símbolo del encuentro amoroso: de la espera, del cortejo y de la entrega. La muchacha que, desde su ventana, contempla un mundo en el que cuando crezca deberá jugar, con sus atributos y virtudes, para cazar el amor de los hombres. La muchacha que espera "ser rescatada" (en una concepción del mundo claramente construida por el hombre). La muchacha que se ofrece al viandante o al vecino, aunque desde una frontera: la que propicia la arquitectura. 

Muchacha asomada a una puerta medio abierta, Rembrandt van Rijn, c.1645
Joven leyendo una carta, Johannes Verneer, 1659

Mujeres en la ventana, Bartolomé Esteban Murillo, 1665 - 1675
Muchacha en la ventana, Caspar David Friedrich, 1822

Muchacha en la ventana, Salvador Dalí, 1925



La doble vida de Verónica (Krzysztof Kieslowski, 1990)
Sueño de invierno (Nuri Bilge Ceylan, 2014)
Las mil y una noches (Pier Paolo Pasolini, 1974)

Singularidades de una chica rubia (Manoel de Oliveira, 2009)
Identificación de una mujer (Michelangelo Antonioni, 1982)
Contra la pared (Fatih Akin, 2004)

La noche (Michelangelo Antonioni, 1961)

C'era una volta il West (Sergio Leone, 1969)
Julieta (Pedro Almodóvar, 2016)

La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954)
Clouds of Sils Maria (Olivier Assayas, 2015)


Deseando amar (Wong Kar-Wai, 2000)

Viaggio in Italia (Roberto Rossellini, 1953)

Al azar Baltasar (Robert Bresson, 1966)

Drive my car (Ryusuke Hamaguchi, 2021)

No o la vanagloria de mandar (Manoel de Oliveira, 1990)

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003)

Cat people (Jacques Tourneur, 1942)

Kung Fu Master (Agnès Varda, 1988)

Valle de Abraham (Manoel de Oliveira, 1993)