CINEMATECA RIALTO: PÁJAROS ENJAULADOS

Cuenta Plinio el Viejo que el pintor griego Zeuxis pintó unas uvas tan perfectas que incluso los pájaros querían picotearlas. En tiempos tan tempranos los pájaros irrumpieron en la historia de la pintura, aunque desde entonces hayan tenido siempre una presencia más bien ocasional. Más como comparsas que como protagonistas, han tenido puntuales apariciones en los cuadros religiosos, quizá para vincular el mundo material con el espiritual a través de lo aéreo. Ahí están las bandadas de gorriones de San Francisco de Giotto, el jilguero de la Madonna de Rafael, los tétricos cuervos de van Gogh, las palomas simplificadas de Picasso.

San Francisco alimentando a los pájaros, Giotto, c. 1295

La virgen del jilguero (detalle), Raphael, 1506.

Campo de trigo con cuervos (detalle), Vincent van Gogh, 1890

Mujer con corneja, Pablo Picasso, 1904

El cine, en cuanto arte más urbano y más alejado de la naturaleza, ha tenido más querencia por el tema del pájaro enjaulado: un pedazo de naturaleza encarcelado en una pequeña caja con barrotes. De tanto en tanto ha aparecido, acompañando a ciertos personajes a modo de prolongación simbólica. El pájaro enjaulado siempre incita a la compasión y plantea con sutileza la disyuntiva entre libertad y determinismo, deseo y realidad. Hace su aparición junto a personajes que todavía no pueden dejar volar las alas del deseo, como en Valle de Abraham de Oliveira o en Los pájaros de Hitchcock; personajes silenciosos que se ven abocados por el destino a situaciones que ni desean ni controlan, como en Le samourai de Melville; personajes que ven coartada su libertad creativa por los límites temporales de su propia vida, como en La juventud de Sorrentino. En todos ellos, personajes que ya no pueden volar o que todavía no han comenzado a hacerlo.