viernes, 6 de abril de 2018

EL INTRUSO / EL INVITADO

La llegada de un desconocido a una comunidad diferenciada es un tema bien antiguo. El personaje en cuestión, casi siempre de origen ignoto y con su auténtica apariencia camuflada, se introduce en un mundo con reglas y espacios propios con la intención, consciente o no, de subvertirlos. Entra con disimulo por una esquina del cuadro, sin que nadie repare en su importancia, pero ya sea por su carisma, por su astucia o por las corrientes de deseo que genera, acaba convirtiéndose en el personaje principal. Ulises con atuendos de mendigo se presenta en el palacio de su esposa Penélope para inmiscuirse en la disputa de los emperifollados pretendientes. Así aparece en el cuadro de Pinturicchio, entrando con disimulo por una puerta trasera. Un caminante cansado y sucio revela su auténtica naturaleza de hijo de dios resucitado ante dos lugareños que lo han invitado a cenar en Emaús. Rembrandt prefiere una luz más teatral para tal sorpresa final. Toshiro Mifune / Clint Eastwood, un auténtico mercenario al que nadie conoce, llega a un poblado a poner orden entre dos familias o dos clanes y se vende al mejor postor, según las circunstancias. Estos son tres posibles ejemplos. El personaje puede haber sido invitado o, en cambio, puede haberse colado en la fiesta, pero en ambos casos su presencia conlleva sorpresa y cambio; o bien una transformación que conduce a la gestación de un nuevo orden o simplemente a la destrucción de aquel al que ha llegado.

El retorno de Ulises, Pinturicchio (1509)

La cena de Emaús, Rembrandt, 1629.

Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961)

El intruso o invitado suele ser acogido por una comunidad cerrada. El efecto de la intromisión es mayor cuando el espacio sobre el que actúa este invitado o intruso es más reducido: por ejemplo, una familia. En estos casos, el intruso o invitado queda ligado de forma íntima al espacio que usurpa o al que accede, habitualmente la casa familiar, que acaba convertida en un personaje más. La casa familiar funciona a modo de caja de resonancia de los efectos, positivos o negativos, que el intruso o invitado crea entorno suyo: deseo, amor, destrucción, caos, etc. Veamos algunos ejemplos. 

Comenzaremos con los invitados patosos, generadores del caos. Es el caso de Mr. Hulot, el personaje estrella de Jacques Tati. En Mon Oncle, el solterón Hulot es invitado por su hermana casamentera a su casa ultramoderna, con el objetivo de entablar amistad con la estirada vecina, posible pretendiente. Mr. Hulot es el representante de una Francia popular que no se ha vendido, por pereza, a la modernidad, mientras que la familia de su hermana ha adoptado como credo las bondades de la arquitectura de estilo internacional. La película está plagada de gags, pero los que más interesan en este caso son los que desarrollan en su faceta de "invitado" caótico en el pequeño cóctel que tiene lugar en el jardín. Un papel similar desempeñará Mr. Hulot en la fiesta inaugural del restaurante Royal Garden en Playtime. Otro invitado caótico es Peter Sellers en The Party, la versión hollywoodiense de Playtime. Se trata en este caso de un actor indio, excesivamente torpe, invitado por error a una fiesta de la élite de Hollywood. Estas dos últimas películas citadas pertenecen a un periodo de cambio generacional en el que la rebeldía, la espontaneidad, la anarquía y el color se veían como una combinación catártica necesaria para alterar un orden demasiado esclerótico. En ambos casos, esta liberación viene de la mano de dos "intrusos" que arrastran consigo, aunque de forma inconsciente, una corriente de caos.

Mon oncle (Jacques Tati, 1958)

The Party (Blake Edwards, 1968)


Otro caso es el de los intrusos portadores del mal y la destrucción. Significativa de este particular sería Funny Games, ejercicio morboso de dudoso gusto perpetrado por Michael Haneke para agredir al espectador. En ella, dos jóvenes ataviados con impecables atuendos de jugadores de golf se presentan sin previo aviso en la segunda residencia de una familia burguesa, para someter al marido, la mujer, su hijo y su perro a torturas despiadadas, sin que medie ninguna motivación más allá del sadismo. Más interesante es la adaptación del propio Haneke de El Castillo de Franz Kafka, interpretada por Ulrich Mühe. La novela en la que se basa, la gran obra inconclusa de Kafka, no deja de ser un juego acerca de un desconocido que llega a una localidad atribuyéndose el puesto de agrimensor, y de sus esfuerzos, la mayor parte condenados al fracaso, o al menos a largas digresiones, por ser aceptado como tal por esa comunidad. Este intruso, el agrimensor K., chocará contra burocracia tan implacable como ambigua. La llegada de K. no porta consigo la destrucción de la comunidad sino su extravío personal, a diferencia de lo que sucede con el personaje del visitante de Teorema de Pasolini, interpretado por Terence Stamp. 

Funny Games (Michael Haneke, 1997)


Das Schloss (Michael Haneke, 1997)

La película de Pasolini se estructura al modo de una parábola, con un simbolismo propio. El personaje del visitante anuncia su llegada a la residencia de una familia burguesa de Milán a través de un cartero (Ninetto Davoli). Unos días después, la llegada del visitante se produce de forma silenciosa, durante una fiesta, y pronto quedan todos los miembros de la familia atrapados por las corrientes de deseo que este personaje sobrenatural crea en torno suyo. Primero el hijo (Andrés José Cruz), luego la joven hija (Anne Wiazemsky), posteriormente la madre (Silvana Mangano) y finalmente el padre (Massimo Girotti), pasando por la criada (Laura Betti), todos ven alteradas sus formas de actuar por la llegada alumbradora de este visitante, que combina el aura del Mesías con el poder destructor del ángel exterminador. En definitiva, su presencia comporta la destrucción de la familia burguesa, ya sea a través del sexo desquiciado, el arte egoísta, el amor romántico o directamente la locura. Sólo la criada escapa del embrujo destructor del visitante, siguiendo la particular lógica populista de Pasolini. 


Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968)

En una línea malsana parecida se encuentra la intromisión de Claude Garcia (Ernest Umhauer) en la casa burguesa de su amigo Rapha Artole (Bastien Ughetto) en Dans la maison de François Ozon. Claude es un joven estudiante, con aspiraciones de escritor, que logra atraer la atención de su profesor de literatura (Fabrice Luchini) con redacciones acerca de sus progresivos intentos por adentrarse en el quehacer diario de la familia burguesa de su amigo. Claude describe con precisión la ramplonería de su amigo y su padre, el poder seductor algo alicaído de la madre (Emmanuelle Seigner) e incluso la sugestiva atracción de la casa, una anodina vivienda unifamiliar en un barrio residencial. En este caso, el "intruso" es aceptado de buen gusto por la familia, cosa que aprovecha para ridiculizar en sus redacciones con despiadada frialdad los códigos de una familia burguesa. En resumen, el espectador acaba siendo partícipe del placer voyeurístico del joven, reflejado en la curiosidad creciente del profesor por conocer más cosas acerca de la cara oscura de la normalidad burguesa. 

Dans la maison (François Ozon, 2012)


Otro visitante que funciona a modo de catalizador del deseo, como sucediese en Teorema, es el personaje de Oliver (Armie Hammer) en la casa de la familia Perlman en la reciente Call me by your name, de Luca Guadagnino. Su intromisión en el hogar de esta familia judía sofisticada y políglota es discreto, a pesar de que el joven hijo de los Perlman, Elio (Timothée Chalamet) lo toma en un primer momento como un usurpador (ya que ocupará durante su estancia su habitación). A diferencia de los anteriores, este invitado pasa más tiempo fuera que dentro del hogar, no busca la destrucción del mismo ni el sutil espionaje. Los únicos momentos que comparte con la familia parecen ser los desayunos y algunas comidas al aire libre. Sin embargo, su perfección tiene algo de sobrenatural. Su intromisión simplemente se manifiesta al convertirse en objeto de deseo del hijo y, como consecuencia, también en marioneta de las sutiles maniobras de los padres por favorecer el emparejamiento. El efecto de su estancia no será otro que una dura lección de vida para el joven Elio, precedida de momentos de gran intensidad. 

Call me by your name (Luca Guadagnino, 2017)


Otro caso de "intruso", en este caso no invitado, es Chas (James Fox) en Performance de Nicolas Roeg y Donald Cammell. La primera mitad de la película cuenta, con un montaje bastante entrecortado, las andanzas de Chas como matón en Londres. Cuando las cosas se tuercen busca refugio en una casa de Notting Hill. En esa casa viven enclaustrados dos bohemios, el músico Turner (Mick Jagger) y su novia (Anita Pallenberg), junto a una adolescente (Michèle Breton). El matón suplantará la identidad de un mago que esperaban los residentes de la casa. Esta casa funciona a modo de paraíso artificial para hacer frente al mundo, para evitar salir a la calle. Tienen mobiliario exótico, instrumentos musicales, obras de arte y hongos alucinógenos: para qué salir. Poco a poco la película dará lugar a una particular mezcla, casi confusión, de los personajes de Chas y Turner, el matón y el bohemio, el intruso y el anfitrión. En este caso, el anfitrión parece más peligroso que el intruso. 

Performance (Nicolas Roeg & Donald Cammell, 1970)


También en Soñadores de Bernardo Bertolucci la película gira entorno a la llegada de un invitado a una casa entendida como refugio o madriguera, introduciéndose como una cuña en el eslabón formado por una pareja de gemelos demasiado afines. Matthew (Michael Pitt) es un joven norteamericano, cinéfilo e inexperto, que llega a París en 1968. Allí es acogido por la pareja de gemelos formada por Isabelle (Eva Green) y Théo (Louis Garrel). Comparten la afición por el cine y la política y después de una cena familiar, el amigo americano se queda a pasar unos días con la fraternal pareja en ausencia de los padres. El "invitado" aviva el deseo de la joven y la empuja a romper el vínculo, demasiado íntimo, casi incestuoso, que lo une a su hermano. Se convierte de esta manera, como todos los ejemplos anteriores, en un elemento de inestabilidad, de desequilibrio, de alteración del orden existente, al mismo tiempo que en un punto de anclaje más a un espacio, la casa, que invita a la reclusión y el enclaustramiento. 

Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003)


En realidad existen infinidad de ejemplos más de invitados e intrusos, de películas e historias que se estructuran de forma parecida: la llegada de alguien inesperado, los problemas que su presencia crea, los efectos  y cambios que ésta supone. Sin quererlo he acabado centrándome en las algunas de las películas habituales o autores recurrentes que copan a mi pesar este espacio. Invito al lector a que continúe el juego de encontrar invitados e intrusos, o invitados que funcionan a modo de intrusos, o intrusos que al final son aceptados como invitados, en aquellas películas que sean de su agrado. Seguro que los encontrará.

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ADDENDA:

1945 es un ejemplo más del reciente interés por el cine húngaro, especialmente desde la retirada del plomizo Béla Tarr. En este caso, la película de Ferenc Török se trata de un ejercicio conciso y muy revelador, que remite al cine clásico, al mismo tiempo que deja deslizar, con su tono de parábola, ciertas simplificaciones muy acertadas propias del cine moderno, como su carácter circular y su concentración temporal. Los dos judíos, viejo y joven (no se sabe si padre e hijo), que llegan a la estación en una mañana calurosa de agosto de 1945 son "intrusos" que portan la destrucción, pero no porque lleven consigo el caos y el salvajismo, ni mucho menos, sino justo por lo contrario. Los dos judíos que vuelven a un anónimo pueblo húngaro son un testimonio incómodo de la supervivencia de un pueblo al que ya se daba por muerto: su retorno remueve los bajos instintos de unos e incita al arrepentimiento de otros. Esa llegada de dos intrusos silenciosos y ligeros como dos cuervos no es más que el recordatorio de los crímenes contra un pueblo y del oportunismo para apropiarse de sus bienes de la masa anónima que miró hacia otro lado, o directamente colaboró con el exterminio. 

1945 (Ferenc Török, 2017)


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