lunes, 29 de agosto de 2016

LABIOS

O bien susurrando palabras apenas audibles, o bien exhibiéndose como un instrumento sexual de primera magnitud, los labios han sido desde bien pronto carne de cine. Al menos desde que Orson Welles los presentase bajo un aparatoso bigote, recitando esa palabra enigmática, "Rosebud", que a la larga ha acabado convirtiéndose en un conjuro cinéfilo. Pero ya antes las artes visuales habían explorado la importancia del labio descontextualizado, como terreno favorable al fetichismo. Fue precisamente el maestro surrealista Dalí el que convirtió los labios de una diva de Hollywood en un sofá, trazando así una línea subterránea entre el surrealismo de los años veinte y el arte pop de los sesenta. Ha sido precisamente desde la irrupción de la estética pop en el cine cuando los labios han acabado apareciendo aquí y allá, sugerentes y amenzantes a partes iguales.
 

2001, una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968)

A bout de souffle (Jean-Luc Godard, 1960)

Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)

Carretera perdida (David Lynch, 1996)

Performance (Donald Cammell y Nicholas Roegg, 1970)

Arrebato (Iván Zulueta, 1979)

Narciso negro (Michael Powell & Emeric Pressburger, 1948)

Videodrome (David Cronenberg, 1983)


Mae West, Salvador Dalí



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