viernes, 27 de diciembre de 2024

PELÍCULAS VISTAS EN LA TELE (SEGUNDA ENTREGA DE DICIEMBRE)

Como anunciaba en el anterior post, estoy pasando un tiempo de reposo. Afortunadamente estoy mejor que la anterior vez que escribí. Pero continuo con mi confinamiento (que siempre hay que ver desde un punto de vista positivo, pues me ha ahorrado las comidas familiares más multitudinarias). 

No he encontrado estos días grandes cosas que ver, pero aun así tengo ganas de dejar mi testimonio (más que mi crítica) sobre lo visto durante estos días. 

El teléfono del viento (Nobuhiro Suwa, 2020)

Sinopsis: Haru, de 17 años, emprende un largo viaje a través de Japón para buscar respuestas en una ciudad donde, en 2011, el devastador tsunami se llevó a su hermano y sus padres. Este viaje lleva a la joven, todavía atormentada por la pérdida, desde Hiroshima a Tokio, Fukushima y Otsuchi, donde una vez estuvo su hogar. En el camino se encuentra con otras personas y las historias de sus pérdidas (filmaffinity).  

Esta segunda película que he visto de Nobuhiro Suwa me ha parecido una gran película, centrada en los que se quedan, en los que siguen viviendo cuando solo quedan los despojos de una vida arrasada por una catástrofe. Aun así, al igual que en la anterior película que vi de este director, se alargan en exceso las escenas de desgarro y dolor, obligando a seguir mirando incluso cuando la idea se ha comprendido. El recorrido enlaza el recuerdo de Hiroshima con el de Fukushima, de forma algo obvia, pero que no podría ser de otra forma. En ese viaje, Haru (Serena Motola) irá encontrando vidas rotas, reconstruidas de forma precaria, como la del ex-trabajador de la central nuclear que vive en su coche (Hidetoshi Nishijima). Como aspecto positivo, y no esperado, las leves notas de preocupación social, sobre todo en lo que respecta a la población inmigrante en Japón. Lo mejor de todo: la película consigue transmitir una sensación de vida real en todo momento. 






Jurado #2 (Clint Eastwood, 2024)

Sinopsis: Justin Kemp, es un padre de familia que, mientras ejerce de jurado en un juicio por asesinato, se enfrente a un grave dilema moral que podría utilizar para influir en el veredicto del jurado y condenar - o liberar - al asesino equivocado. (IMDB)

Lo siento mucho, pero el cine de Clint Eastwood me deja siempre bastante frío. Reconozco sus méritos, en especial los de esta película. Soy consciente también de que el cine del veterano director norteamericano sea quizá de lo más profundo que se ha hecho en su país en los últimos veinte años. Sin embargo, no me atrae. Su corrección formal, la ausencia de florituras y su apego a un guion muy construido, elementos que para muchos otros serían un ejemplo de contención clásica, a mí me la hacen olvidable. Me recordó un tanto a 12 hombres sin piedad, con la que parece dialogar por momentos, como drama judicial que es. También por su excelente dirección de actores (Nicholas Hoult y Toni Collette, sobre todo), potenciando de forma muy efectiva el poder de las miradas. Quizá en un futuro sea capaz de valorarla con más sosiego (seguramente sea la mejor película que he visto en esta segunda tongada).  





The Listerners (Janicza Bravo, 2024)

Sinopsis: Claire, una profesora de inglés, comienza a oír un ruido que nadie más a su alrededor parece percibir. A pesar de acudir a varias consultas médicas, ningún profesional consigue descifrar las causas. Ese sonido, aparentemente inocuo, distorsiona gradualmente la vida cotidiana de Claire, hundiendo la relación con su marido e hija bajo el peso de su creciente obsesión. Pero un día descubre que hay más gente a su alrededor que también puede oír lo que llaman "The Hum" (el Zumbido), incluido uno de sus alumnos. 

Me acerqué a esta miniserie atraído por el tema, pensando que iba a tratar sobre la tinnitus, problema que por desgracia sufro en el oído izquierdo desde hace ya varios años. No iba sobre eso, luego explora otros temas (quizá demasiados), llegando al punto de convertirse en una cosa un poco loca, pero que en el fondo se deja ver y atrapa. Es una miniserie atrevida a nivel visual e interpretativo, dotada de una ambigüedad constante, que deja en ocasiones algo de mal cuerpo, al obligar al espectador a romper con esquemas mentales bien asentados (y bastante lógicos). Como elemento negativo, el maldito recurso al cliffhanger, tan propio de las series y al que esta se entrega sin tapujos. En resumen, tiene sus cosas sensacionalistas y conscientemente provocativas, pero se deja ver con naturalidad. A ello se añade una gran interpretación de Rebecca Hall, sobre la que recae en gran medida el peso de esta producción de la BBC. 






Volveréis (Jonás Trueba, 2024)

Sinopsis: Después de 15 años juntos, Ale y Alex tienen una idea que podría parecer absurda: organizar una fiesta para celebrar su ruptura. Este anuncio deja perplejos a sus seres queridos, pero ellos se mantienen firmes en la decisión de separarse. (filmaffinity)

He tenido que superar notables prejuicios hacia la familia Trueba antes de sentarme a ver esta película. Las críticas eran buenas, quizá excesivas, pero al final no acabo de compartirlas (era lógico, dados mis prejuicios). Se deja ver, aunque con pausas, pero aborrezco ese toque frívolo que tiene, propio de aprendiz de Truffaut que juega a pensar que Madrid es París. Me toca mucho las narices y me impide entrar en el juego. Hablaba el otro día del toque madrileñita de Los años nuevos, cosa que en esta película se sale de la escala. Siempre digo que me gusta el juego del metacine, pero esta vez me ha parecido un ejercicio odioso, una capa de pintura para dotar a la película de la profundidad de la que carece. A ello se añade una dirección de actores un tanto titubeante, a pesar del buen acabado visual de la película. Lo sé, estoy siendo destructivo, pero ya he avisado: me caen gordos los Trueba. Pero, contrariamente a lo que hubiese pensado en un inicio, lo mejor de toda la película son las breves apariciones de Fernando Trueba. De todas maneras, tengo la sensación de que esta película sería más disfrutable sin conocer nada de lo que la envuelve. 






lunes, 23 de diciembre de 2024

PELÍCULAS VISTAS EN LA TELE (QUÉ REMEDIO)

Por motivos de salud, ajenos a mi voluntad, voy a tener que pasar un tiempo en mi pabellón de reposo doméstico. Así pues voy a pisar poco los cines durante este tiempo navideño. Tampoco creo que vaya a perderme ninguna película trascendental o imprescindible. Si es buena, estará todavía en el cine a mi vuelta. Por tanto estoy aprovechando las plataformas (e internet) para ver cosas, para ampliar mi lista de películas (incluso miniseries) vistas en casa. Nunca he sido yo un purista de la experiencia cinematográfica en el cine, sea dicha la verdad. Comenzaré el repaso a lo visto en estos días. 

Amadeus (Milos Forman, 1984)

Sinopsis: La vida, el éxito y los problemas de Wolfgang Amadeus Mozart, contados por Antonio Salieri, el compositor contemporáneo que estaba tremendamente celoso de su talento y que afirmó haberle asesinado. (sinopsis extraída de IMDB)

Intérpretes: F. Murray Abraham, Tom Hulce. 

Esta película la vi hace tanto tiempo que apenas la recordaba. Vista hoy me ha parecido buenísima, ciertamente, equilibrando bastante la parte cómica y la dramática, consiguiendo que una gran superproducción pueda ser popular y sofisticada al mismo tiempo. Creo que el personaje de Salieri capta a la perfección el espíritu italiano: sonrisas a la cara, puñales por la espalda, sin perder por ello un ápice de carisma. Es más, antes que una película sobre Mozart, esta es una película sobre Salieri. Un Salieri inventado, por supuesto, en el que se resumen varios temas: la confrontación entre lo efímero del éxito mundano y la universalidad del éxito eterno; la admiración disfrazada de envidia, o a la inversa. En fin, la película no busca retorcidas formas de expresión, sino más bien una exposición clara, larga y accesible, a veces en exceso caricaturesca (para mí no es un defecto) del siglo XVIII. Un punto intermedio entre la pura invención satírica de Il Casanova di Fellini y la rigurosa reconstrucción historicista de Barry Lyndon.  





2/Duo (Nobuhiro Suwa, 1997)

Sinopsis: Yu, una empleada de una tienda de ropa, vive con Kei, un actor desempleado al que ella mantiene. Cuando un día él le pide matrimonio, el equilibrio de su relación parece estar irremediablemente perturbado. (sinopsis de IMDB).  

Intérpretes: Eri Yu, Hidetoshi Nishijima, Makiko Watanabe. 

Se trata de la primera película que veo de este director y me ha parecido en la línea del cine japonés en el tránsito del milenio. La forma de narrar es muy japonesa, con largos silencios y planos estáticos y vacíos, pero Suwa introduce algunas cosillas vanguardistas. Por ejemplo, introduce en mitad de una escena cortes de montaje en negro, largos, bien visibles, que rompen el ritmo e inducen a pensar que estamos viendo ficción. También hay entrevistas a los personajes, por parte de una voz en off que se esconde detrás de la cámara, quizá el director. 

El sentido de la película no me acabó de convencer. El personaje de Hidetoshi Nishijima es claramente un tipo tóxico, maltratador (al menos psicológico) y la pobre chica acaba hecha polvo de tanto aguantar a un holgazán mantenido, que intenta aferrarse a la idea de un matrimonio que realmente no desea por pura necesidad económica. Son desesperantes esas escenas largas de humillación, en las que no llega a percibirse una censura clara de tal actitud. Sí la hay, sin embargo, pero en exceso sutil. En varias ocasiones, en escenas de diálogo, la cámara se sitúa tras la nuca de Kei, sin que veamos su expresión facial, compartiendo tan solo el rostro de Yu. Así sucede en la escena en la que Kei pide matrimonio a Yu. En otras ocasiones, Kei queda fuera de plano, y solo vemos la reacción de Yu, como en la penúltima escena. En esos escasos momentos la cámara toma partido, aunque la conclusión de la película no pueda ser más decepcionante. 





Joker: Folie à Deux (Todd Philips, 2024)

Sinopsis: Tras crear el caos, Arthur Fleck ha sido internado en Arkham, a la espera de juicio por sus crímenes como Joker. Mientras lidia con su doble identidad, Arthur no solo se topa con el amor verdadero, sino que también descubre la música que siempre ha estado dentro de él. Secuela de Joker. (sinopsis extraída de filmaffinity). 

Intérpretes: Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Catherine Keener. 

Nunca compartí el excesivo entusiasmo por la primera película de Joker. La vi en el cine, me gustó, pero tampoco me pareció la obra maestra absoluta de la que habló la crítica. Un tipo zumbado, olvidado por todos, incluso por los servicios sociales, acaba convirtiéndose en una especie de héroe de los nuevos tiempos tras un baño de sangre. Joaquin Phoenix lo borda, ya que le cuesta muy poco meterse en la piel de un loco. La película tenía reminiscencias de V de Vendetta (aunque con un acabado infinitamente mejor) y trataba el tema de la salud mental, aunque de forma muy americana (con muertos de por medio, claro está). La película era muy deudora de Taxi driver, con su matanza y su final ambiguo, y de El rey de la comedia. Los guiños eran tan evidentes que pareció que al director le supo mal e incluyó al propio Robert De Niro en el reparto, haciendo esta vez el papel que Jerry Lewis tenía en la película de 1983. En esta secuela, Todd Philips ha intentando desmontar el mito creado en la primera, lloviéndole un aluvión de críticas de fans descorazonados: en ese sentido, chapeau a su gesto. 

Me encanta que haya por fin una película norteamericana que defraude todas las expectativas de forma consciente, que tenga la voluntad de destruir las aspiraciones de unos espectadores ansiosos por encuadrar en mitos preexistentes toda historia nueva que ven. (Se nota que todo el universo Batman me la trae al pairo). La película suma un drama carcelario, una película de juicios y un musical: una extraña hibridación que no ha sido del gusto de todos. Muchos la han tildado de aburrida, pero en realidad se trata de un rebobinado de la anterior cinta. Ahora Arthur Fleck deja al personaje a un lado, renuncia a la fantasía (y al caos), y vuelve a su dimensión humana, sin maquillaje. Me parece fantástica la premisa. 

Otra cosa es la película en sí. Valoro muy positivamente que las canciones sean todas ellas reales, sacadas de antiguos musicales o de canciones de los 50-60, centradas casi siempre en el romance y el espectáculo. Pero, a nivel personal, la película me pareció un tanto monótona y sin gracia, falta de brillo, con esa tendencia a la monocromía tan propia de las series, y con Lady Gaga bastante desaprovechada. Mi veredicto: me encanta que haya fastidiado a los fanáticos como un grano en el culo, pero tampoco es una película para mí. Punto final. 





Los años nuevos (Rodrigo Sorogoyen, 2024)

Sinopsis: Ana cumple 30 años el día de año nuevo con la vida aún por resolver: vive en un piso compartido, no le gusta su trabajo, cambia a menudo de amigos...Óscar cumple 30 años el día de Nochevieja con la vida casi resuelta: médico vocacional, amigos fieles y una relación que va y viene. Justo cuando los dos llegan a la treintena se conocen, se enamoran y comienzan una relación que se alargará diez años. (sinopsis de filmaffinity). 

Intérpretes: Iria del Río, Francesco Carril, Pablo Gómez-Pando. 

En este caso se trata de una miniserie, pero con ínfulas cinematográficas. Como todo lo que pretende llenar y llenar horas, tiene sus momentos altos y sus momentos bajos. A veces la cámara tiene una presencia demasiado invasiva en la intimidad de los intérpretes, que me resulta un tanto incómoda (me estaré haciendo mayor). Otras tantas, la generación retratada, que en parte es la mía (quizá un pelín más joven), me resulta realmente insoportable, no sé si por cierto aire madrileñita que me cuesta cada día más digerir (me estaré haciendo también algo xenófobo). En fin, la serie tiene sus cosas que no me han acabado de gustar. Sin embargo, tiene algunos capítulos muy logrados. 

Para empezar, el quinto, el que correspondería al paso entre 2019 y 2020. La parejita va a Berlín y en una de las catedrales del techno se les va un poco la olla, después de la ingesta de drogas. Hay una escena un tanto inquietante, medio onírica, que rompe muy bien con la exigencia de registro generacional que se impone Sorogoyen en todo momento. Luego está el capítulo correspondiente a 2020 y 2021, con una huida de Óscar a Valencia. Es el capítulo más rocambolesco y más humanista: tengo que decir que me encantó. Como defectillo general, extensible a todo el cine de Sorogoyen, está su tendencia a alargar al máximo los momentos de tensión. En todos los capítulos hay una escenita. Cuando el recurso se convierte en esquema aburre un poco.

La estructura de la serie podría tomar como referencia a Boyhood, pero en realidad tiene en mente en todo momento a La meglio gioventù (a la que cita directamente). Ambas películas están centradas en el paso del tiempo y de las décadas, la italiana con un mayor peso de la Historia (así, con mayúsculas) en la evolución de los personajes. Boyhood se centra más, a modo de experimento, en el crecimiento real de los personajes. En ambas, la elipsis juega un papel determinante, como también lo hace en Los años nuevos. Intuir qué ha pasado entre año nuevo y año nuevo es lo interesante. El recurso estúpido al cliffhanger de las series queda aquí completamente inutilizado.  

Aún así, Los años nuevos tiene su buena dosis de culebrón, con idas y venidas, te quiero y no te quiero, enfados, indecisiones, terceras personas...vamos, lo de siempre. La vida, como dicen en cierto momento. Pero la referencia a La meglio gioventù va tan lejos que Ana (Iria del Río), sobre todo en los últimos capítulos, con el pelo corto, es clavada a Giulia (Sonia Bergamasco). Comparte además con esta película su formato televisivo y episódico. En resumen, me duele decirlo, pero me he sentido reflejado en muchas cosas. No en vano, es una serie generacional.  










   

sábado, 21 de diciembre de 2024

TÍO VANIA EN EL CINE

Desde que vi Drive my car, me interesé por la obra de Anton Chejov y en concreto por la obra teatral que da forma a la película de Ryusuke Hamaguchi. Tío Vania es una obra sin aparente acción, solo un estallido puntual de violencia. Pasemos a analizar los personajes y luego un poco la trama de la obra de teatro. 

PERSONAJES

SEREBRIAKOV, Aleksandr Vladimirovich: profesor jubilado, propietario de la finca donde se desarrolla la acción. Esta hacienda pertenecía a la familia de su primera esposa, ya fallecida, hermana del Tío Vania. Serebriakov vivía en la ciudad, pero ha decidido instalarse una vez jubilado en la hacienda, junto con su nueva esposa, la joven Elena. El profesor es un anciano aquejado por la gota, siempre quejumbroso, pero también pedante y egocéntrico. Vania sentía en el pasado una profunda admiración por el profesor, del que llegaban noticias desde la ciudad. Sin embargo, ahora que convive con ellos, Vania está muy decepcionado. Considera que Serebriakov es un tipo vulgar, que ha alterado sus ritmos de vida, comiendo tarde, y acostándose y levantándose tarde.

Vladimir Zeldin en el papel de Serebriakov, en la película de Andrei Konchalovski de 1970.


ELENA Andreyevna: joven esposa de Serebriakov, de 27 años. Es una joven hermosa, que despierta emociones entre el resto de personajes. Si bien la toman por una joven disoluta y despreocupada, que al parecer se diría que está únicamente atraída por la suculenta herencia que promete su marido Serebriakov, en el fondo tiene buenas intenciones. Intenta propiciar un acercamiento entre Sonia y Astrov, aunque esté ella enamorada de este último. Vania está profundamente enamorado de la joven: ve en ella la única esperanza de reconducir una vida que parece dirigida a la mediocridad y el olvido.

Irina Miroshnichenko en el papel de Elena.

SONIA, Sofia Aleksandrova: hija de Serebriakov y de su primera esposa, ya fallecida, hermana del tío Vania (sobrina de este). Joven devota y trabajadora, está perdidamente enamorada de Astrov, a pesar de la diferencia de edad y de que la propia Sonia se minusvalore considerándose fea. Finalmente es rechazada con elegancia por el médico. 

Irina Kupchenko en el papel de Sonia. 

VOINITSKI, Ivan Petrovich (VANIA): administrador de la finca de Serebriakov, hermano de la primera esposa de este, ya fallecida. Es el personaje central del drama. Vania es un solterón de cuarenta y pico años, que ha vivido enfrascado por el trabajo. Ha llegado a un punto que considera haber desperdiciado su vida y contempla a los demás con cinismo. Tiene un alto concepto de sí mismo, pensando que, de haberse sacrificado menos por un trabajo ingrato, podría haber llevado una vida como intelectual. Junto a él vive su anciana madre y su sobrina. Parece haber sufrido una crisis reciente, un desengaño, parece superado por los acontecimientos y por la vida. Siente envida y rencor hacia Serebriakov, no solo por haberlo idolatrado en el pasado, sino también por envidiar su atractivo con las mujeres. De hecho, Vania está profundamente enamorado (turbado casi) por Elena, a la que llega incluso a acosar. Su mundo se vendrá abajo cuando Serebriakov anuncie al resto de la familia el deseo de vender la finca, que Vania considera que debería heredar su sobrina Sonia. 

Innokenti Smoktunovski en el papel de Vania. 


ASTROV, Mijail Lvovich: médico rural, de unos treinta y siete años. Aparenta más, puesto que está agotado por su trabajo. Según se comenta, de joven era apuesto y traía locas a las mujeres, y aunque ha pasado el tiempo, aun perdura algo de su encanto. La muerte de un paciente por una negligencia suya le atormenta. Para él la medicina no parece ser una vocación, sino un trabajo que lo desloma y por el que se entrega un poco a la bebida. La auténtica vocación es la de plantar árboles. Según su filosofía, el hombre está destruyendo la naturaleza y hay que pensar en el futuro. Más bosques traerán un clima mejor y con él sociedades mejores. Sonia está perdidamente enamorada de él, pero también Elena. Astrov también se siente atraído por la belleza de Elena, pero no se decide a dar un paso claro en esa dirección. 

Sergei Bondarchuk en el papel de Astrov.


Otros personajes secundarios son MARIA Vasilievna (madre de Vania y abuela de Sonia), Ilia Ilich TELEGUIN (propietario empobrecido, acompaña en las largas veladas de la finca a Astrov y Vania en sus conversaciones, amenizándolas con la guitarra) y MARINA (anciana nodriza).  

ACTO I

En este acto inicial se presentan las tensiones subyacentes entre los personajes. Vania se muestra cínico y decepcionado, y acusa a Serebriakov y su forma de vida de sus desilusiones. Sonia no sabe cómo manejar sus sentimientos hacia Astrov y este reflexiona sobre el deterioro de su vida y la necesidad de revitalizar el medio ambiente. 



ACTO II

Aumenta la tensión, en una noche pesada y tormentosa en la que nadie puede dormir. Principalmente por Serebriakov y sus continuas quejas. Vania aborda a Elena y le suplica algo de amor, pero es rechazado. En esa larga noche, Vania, Astrov y Teleguin beben. Vania confiesa a Astrov su amor no correspondido por Elena, pero el médico no le da mucha importancia. Parece sumido en sus propios pensamientos y decepciones. 


ACTO III

Serebriakov ha convocado a todos sus familiares para hacer un anuncio importante. Mientras tanto, Sonia busca la intercesión de Elena para acercarse a Astrov, pues tiene muy poca confianza en sus propias habilidades. Elena promete ayudarla, pero sin darse cuenta comienza a flirtear con Astrov, que le muestra sus proyectos medioambientales. 

Serebriakov anuncia a sus familiares que está dispuesto a vender la hacienda. No le gusta la vida rural y considera que no encaja en ese ambiente: para sus últimos días quiere comprarse una casa en Finlandia. Vania pierde el control. Considera que la finca debe heredarla su sobrina Sonia y le espeta al anciano todas sus quejas. Le acusa de charlatán. Vania se marcha a su habitación y vuelve al salón, y delante de todos dispara a Serebriakov, pero erra el tiro. 



ACTO IV

Anticlímax final. Serebriakov y Elena deciden marcharse. Serebriakov decide dejar de lado los planes de venta, perdonando a Vania por su intento de asesinato. Sonia y Astrov piden a Vania que les devuelva la morfina que le ha robado al médico para suicidarse. Todos toman a Vania por loco. El intento entre Elena y Astrov queda en nada también, marchándose finalmente el médico, sin que Sonia pueda retenerlo. La obra termina con un diálogo entre Sonia y Vania (este escucha en silencio), en el que la joven conmina a su tío a mirar hacia el futuro, seguir trabajando para no pensar y poder encontrar la paz en la otra vida.




Pasemos ahora a hablar de dos de las versiones cinematográficas de la obra (hay otra de Louis Malle, pero que me da una tremenda pereza ver). 

La versión de Andrei Konchalovski (1970) es completamente fiel a la pieza teatral, en cuanto a ambientación, idioma y tono. Destaca la cuidada fotografía, con una alternancia entre escenas a color y otras en tonos sepia. Al parecer, esta alternancia no fue una decisión estética, sino que estuvo motivada por la carencia de suficiente película a color. De todos modos, el ambiente húmedo, acuoso casi, y los tonos verdosos, amarillentos y dorados de la fotografía, recuerdan mucho al cine de Tarkovski. Esta semejanza no es casual. Por un lado, Konchalovski había participado como guionista en las dos primeras películas de Tarkovski (La infancia de Iván y Andrei Rublev). Por otro, el director de fotografía de Tío Vania será el mismo que el de El espejo, Georgi Reberg. Es este director el que crea también esa luz particular que impregna la película confesional de Tarkovski. Todo ello ayuda a reflexionar sobre el cine como arte colectivo, descartando la teoría ya superada de exclusiva autoría individual. 



Quizá lo llamativo de esta película de Konchalovski sea la aparición del director Sergei Bondarchuk como Astrov, papel que debería haber sido para un actor algo más joven. Destaca igualmente la interpretación un tanto histriónica, pero siempre dentro de los parámetros de loco ruso, de Innokenti Smoktunovski en el papel de Vania. O de las dos mujeres principales, Irina Kupchenko interpretando a Sonia y Irina Miroshnichenko en el papel de Elena.

Ryusuke Hamaguchi hace de la obra Tío Vania parte central de Drive my car, una película basada en un relato breve de Haruki Murakami, del mismo título que la película, incluido en su libro Hombres sin mujeres. A pesar de su brevedad, en el relato aparecen todas las claves de la película. Kafuku (Hidetoshi Nishijima) es un actor viudo que, después de sufrir un accidente, necesita una chófer que conduzca su apreciado coche, mientras escucha en el trayecto una cinta con la que repasa los diálogos de Tío Vania. Además, rememora la relación con Oto, su mujer (Reika Kirishima), así como las infidelidades de esta, conociendo a su último amante, el joven actor Takatsuki (Masaki Okada). También la chófer, Misaki (Toko Miura), tiene un pasado familiar en Hokkaido. Los únicos elementos de cosecha propia del guion de Hamaguchi y Takamasa Oe son las historias sexuales que cuenta la esposa de Kafuku en duermevela, el viaje desde Hiroshima a Hokkaido, así como el peso en la historia que tienen los ensayos y la propia representación teatral de la obra. 

El momento climático de la obra teatral, el tiroteo fallido del acto III, aparece tres veces representado. En la primera ocasión, Kafuku se enfrenta por primera vez a Tío Vania después del fallecimiento de su esposa, y parece a punto de colapsar después de interpretar con intensidad el momento en que Vania pierde los estribos. En la segunda ocasión es Takatsuki quien hace de Vania, no ya en una representación con público, sino en un ensayo general poco antes del estreno. Takatsuki dota al papel de una vehemencia nueva, con riesgo de alterar el guion. En cierta manera lo consigue: la vida real se entromete en la ficción e interrumpe la representación, siendo Vania arrestado. Finalmente, la última representación tiene lugar después de todo el periplo de los personajes, sobre todo después de haber encontrado algunas respuestas (algo tímidas y contenidas) en el viaje desde Hiroshima a Hokkaido. En esta última ocasión, Kafuku también parece a punto de colapsar después de interpretar con intensidad el momento crucial del acto tercero, pero ha conseguido nuevas fuerzas para llegar hasta el final. 

Primera representación de Tio Vania, con Kafuku como Vania, tras la muerte de su esposa. 

Últimos ensayos con Tatsuki como Vania, justo antes de su arresto.


Segunda representación de Tío Vania, de nuevo con Kafuku como Vania, después de todo el periplo. 

La película de Hamaguchi otorga a la última escena de la obra de Chejov una dimensión catártica única. En esta escena convergen la emotividad de la propia obra teatral con la de los personajes de la película. El silencioso diálogo final es una llamada a asumir el pasado y a afrontar el futuro con esperanza. Después de todas las vicisitudes vividas, la identificación entre Vania y Kafuku es completa. Esta penúltima escena de la película es su clímax absoluto, puesto que consigue dar una hondura y vuelo especial a los sentimientos contenidos durante la mayor parte de la cinta, simplemente haciendo uso del silencio, los signos y las expresiones faciales. 



Otro elemento clave es la importancia que da Hamaguchi al texto, no interpretado desde un punto de vista emotivo, sino simplemente leído en voz alta en diferentes idiomas, o recitado de forma monótona. El personaje de Kafuku expresa su idea acerca de esto: el actor debe tener el ritmo de la obra en la cabeza. Debe adaptarse al texto, no interpretándolo a priori, sino dejando que la cadencia de las palabras ejerza su función. Por un lado, esta idea de recitación encaja a la perfección con el peso e importancia que da Hamaguchi a los largos diálogos en sus películas, muchas veces tendentes al monólogo. De hecho, hay un largo diálogo, en plano-contraplano, de una intensidad enorme, en el que Takatsuki se confiesa ante Kafuku a través de una de las parábolas de la difunta Oto. Por otro lado, esta idea de recitación y no interpretación encaja bien con la crítica que se hacía en su momento a la obra de Chejov, unas piezas teatrales que en su momento chocaron por su falta de acción, el carácter anecdótico de sus tramas y la exposición distanciada de los sentimientos.