Recientemente he vuelto a ver Andrei Rublev, una película que en un tiempo fue de mis preferidas. La película cuenta el aprendizaje y la evolución de Andrei Rublev, monje y pintor de iconos, figura histórica muy destacada del arte ruso. Al mismo tiempo, Andrei Rublev es una película-mundo, ofreciendo todo un panorama histórico de la Rusia del siglo XV.
De esta película existen dos versiones. La película que se exhibió en los cines y que ahora está en las plataformas es la versión recortada de 186 minutos, mientras que existe otra versión más larga, de 205 minutos de duración. Esta se editó en los noventa en DVD y posteriormente ha sido rescatada por Criterion Collection bajo el título La pasión según Andrei. Ambas versiones pueden verse en el canal de YouTube de Mosfilm. Esta última versión sin cortes fue la que vi yo hace ya más o menos veinte años, descargada de internet. Se ha escrito mucho a propósito de la mala acogida que la película tuvo entre las autoridades de la URSS, puesto que podía interpretarse como una defensa de la espiritualidad y del genio creativo individual. De todas maneras, los cortes de la censura no se centran en estos aspectos.
La película tuvo un primer estreno parcial en 1966, siendo retrasado su estreno en las salas de cine hasta 1971, debido a la controversia que generaron sobre todo sus escenas de violencia y de desnudez. El recorte de algún desnudo muestra lo pacatas que eran las autoridades en este sentido, no muy alejadas de regímenes de signo contrario. Por otro lado, se eliminaron escenas de violencia, en especial aquella ejercida contra animales de forma real. Quien prefiera ahorrarse esas escenas de violencia gratuita, muy desagradables, tiene la versión de 186 minutos, que respeta en gran medida el sentido de la obra.
De todas maneras, la película pasó los filtros, incluso con su contenido polémico. La película ofrece una imagen de los monjes ortodoxos con la que las autoridades soviéticas podrían estar conformes. Estos son envidiosos y arrogantes, y uno de ellos (Kiril) actúa incluso como delator, indiferente al dolor del pueblo y aliado siempre con las autoridades y su violencia. El personaje de Andrei Rublev escapa ligeramente a este esquema, puesto que se muestra muchas veces empático con el dolor del pueblo y su visión de la pasión cristiana es un tanto heterodoxa. En algún momento se llega a afirmar que pinta sin fe alguna. Se podría decir que su figura no imposibilita una lectura marxista, al colocarse más de lado del sufrimiento del campesinado ruso y no tanto de una institución rigurosa y dogmática. Sin embargo, a veces reprende con dureza a sus ayudantes, se impone fuertes sacrificios o actúa de forma paternalista, no pudiendo escapar de su condición social y de su formación.
Además de recortes, la película sufrió duras críticas en su momento, sobre todo concernientes a su adecuación histórica. La visión que ofrece la película de la Rusia tardomedieval no es muy positiva. Es un periodo de crueldades, de hambre y de opresión. Aunque el patriotismo ruso se resintiese, encontrándose esta película alejada de otros acercamientos históricos al periodo, las autoridades soviéticas podían dar el visto bueno a una visión oscura de la Rusia medieval, puesto que ese pasado de injusticias es el que se había dejado atrás con la Revolución. Quizá el mayor desafío a las autoridades soviéticas estaba en la decidida defensa del genio artístico individual que hace la película, retratando la crisis y la neurosis de Andrei Rublev como si se tratase de un artista intelectual y burgués contemporáneo. Para compensar este punto de la película, también se incide en la labor social del artista. El artista con su obra contribuye a la felicidad del pueblo; no compartir el propio talento es desperdiciarlo, en un acto de egoísmo. Así se establece en el episodio final, en el que Andrei Rublev decide retomar su don con esa finalidad social, motivado también por el impulso de la juventud. Esta visión intentaría mitigar la contradicción con los principios del arte soviético.
Pasemos ahora a hablar de la estructura de la película. La película inicia con una prólogo in media res, en el que vemos los preparativos para un primitivo vuelo en globo. Un hombre huye de una turba airada que lo persigue, consigue colgarse del globo con un arnés (el globo está en el tejado de una iglesia) e inicia su vuelo. Este prólogo, completamente desligado de la historia de Andrei Rublev, funciona a modo de paralelismo simbólico: la historia que vamos a ver es la de un artista que lucha por ascender, por encima de la superstición, la crueldad y la incomprensión.
A partir de ese momento se inicia la historia de Andrei Rublev, dividida en 8 fragmentos: 1. El bufón (1400), 2. Teófanes el Griego (1405), 3. La pasión según Andrei (1406), 4. La fiesta (1408), 5. El juicio final (1408), 6. El ataque (1408), 7. Silencio (1412) y 8. La campana (1423).
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El hombre puede volar |
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El globo aerostático. |
1. El bufón (1400). Andrei, un joven monje, abandona el monasterio de Andronikov para marchar a Moscú. Le acompañan otros dos monjes más experimentados, Kiril y Daniil. Al sorprenderles la tormenta, se refugian en una cabaña de campesinos. Allí un bufón entretiene a la gente con una canción burlesca sobre los boyardos. Kiril, ofendido por las implicaciones sociales y eróticas de esa canción, delata al bufón a unos soldados, que se lo llevan preso después de agredirle en la cabeza.
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Daniil, Andrei y Kiril, los tres monjes, se refugian en la cabaña. |
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El bufón se lava con el agua de lluvia después de su actuación. |
2. Teófanes el Griego (1405). El monje Kiril se encuentra con Teófanes, un anciano pintor de iconos seglar. El monje alaba el arte del pintor, considerado un maestro, y Teófanes promete tomarlo como ayudante. La acción vuelve al monasterio de Andronikov un tiempo después, al que llega un emisario de Teófanes. Buscan a Andrei Rublev, joven monje ya conocido por su arte, para que marche con Teófanes a formar parte de su taller. Kiril, herido en su orgullo propio y con mucha envidia hacia el joven Andrei, decide abandonar el monasterio, renunciando a su condición de monje.
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Teófanes el Griego discute con Kiril acerca del color. |
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Andrei pide a Daniil que lo acompañe. Daniil rechaza su ofrecimiento, por orgullo. |
3. La pasión según Andrei (1408). Andrei conversa con Teófanes sobre su visión del más allá y de la crucifixión cristiana. Teófanes es más descreído, pero Andrei, que se define con creyente, expone a Teófanes su visión de la pasión de Cristo, más centrada en el sacrificio en favor del pueblo que en los dogmas cristianos ortodoxos. Esta es quizá la parte más áspera de la película.
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Teófanes y Andrei discuten sobre religión. |
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Una crucifixión rusa. |
4. La fiesta (1408). Andrei y su taller vadean un río, donde encuentran a un grupo de hombres y mujeres desnudos, que celebran alguna festividad pagana. Andrei siente curiosidad y se acerca al grupo, a pesar de las advertencias de sus compañeros. Los paganos lo atan a un madero (cosa que ofende al monje), pero una joven desnuda lo desata cuando se han marchado los hombres. A la mañana siguiente, Andrei vuelve con los suyos sin decir palabra ni contar lo que ha pasado, y no actúa cuando los soldados llegan a apresar a los paganos. La chica intenta huir cruzando el río a nado.
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Al amanecer, Andrei abandona la casa de los paganos. Siguen durmiendo. |
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La joven desnuda observa cómo se marcha Andrei. |
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La joven intenta huir a nado. |
5. El Juicio Final (1408). Andrei y Daniil se encuentran en Vladimir, con el encargo del Príncipe de pintar unos frescos sobre el Juicio Final. Andrei duda, las paredes siguen blancas. Andrei no quiere atemorizar al pueblo con una escena en la que no cree. Una joven sordomuda busca cobijo y Andrei la acoge. Una cuadrilla de escultores muestra al Príncipe la decoración de su palacio. El Príncipe muestra una ligera disconformidad con la decoración, pero los escultores se niegan a cambiarla. Todos parecen contentos con la obra y el taller de Andrei y el de los escultores comparten buenos momentos. Cuando se marchan los escultores, son asaltados en el bosque por la guardia del Príncipe, que los mutila con gran violencia a modo de represalia. Andrei Rublev, al enterarse de la noticia, emborrona las paredes de la iglesia. Todo este fragmento es el más entrecortado y más vanguardista en su planificación.
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El Príncipe, silencioso y acompañado de su hija, no está a gusto con la nueva decoración. |
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La joven sordomuda llora ante las manchas de rabia que ha dejado Andrei sobre la pared blanca. |
6. El ataque (1408). El hermano del Príncipe, casi idéntico a este, se ha aliado con los tártaros de la Horda de Oro para invadir Vladimir. Estas tropas saquean la ciudad con gran violencia, asesinando a personas y animales. Parte de la población, entre la que se encuentra Andrei y la joven sordomuda, se refugia en la iglesia. Después de derribar la puerta con un ariete, los tártaros entran a caballo en el templo. En la refriega, Andrei mata a un soldado ruso que intenta raptar a la joven. Las represalias son duras, algunos monjes son torturados, pero Andrei y la joven continúan con vida. Andrei conversa con Teófanes (ya fallecido) y le confiesa su crimen. Teófanes parece una prolongación de su conciencia. A modo de penitencia, Andrei renuncia a la pintura y decide hacer voto de silencio.
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La población se refugia en el interior de la iglesia ante el ataque de los tártaros. |
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El jefe de la horda y el hermano del Príncipe en el interior de la iglesia. |
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Plano de un ganso volando sobre las murallas de Vladimir. |
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La joven sordomuda le hace la trenza a un cadáver. |
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Un gatito negro y Andrei son de los pocos supervivientes al ataque. |
7. Silencio (1412). Andrei ha vuelto al monasterio de Andronikov y sigue su estricto voto de silencio. Con él siempre va la muchacha sordomuda. También ha vuelto al monasterio Kiril, que es acogido de mala gana por el abad, bajo la promesa de que escriba 15 veces la Biblia. Todos pasan hambre. Llega un destacamento tártaro al monasterio y uno de sus líderes se encapricha de la joven. Viendo que los tártaros tienen comida, la joven no duda en marcharse con ellos, a pesar de la resistencia de Andrei, que es finalmente escupido y rechazado por la muchacha.
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Andrei se esfuerza por acercar una piedra caliente al agua congelada. |
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Andrei forcejea con la joven sordomuda, que quiere marcharse con los tártaros. |
8. La campana (1423). Los soldados del Príncipe llegan a una aldea, en busca de un fundidor de campanas. Allí todos han fallecido, excepto Boriska, el hijo del fundidor, que dice conocer el secreto del arte de su padre. Después de insistir, es finalmente cogido por los soldados a regañadientes. Todos desconfían de este adolescente, que se muestra resuelto y a veces caprichoso y tiránico. Después de mucho deambular y llevar la contraria a artesanos más experimentados, encuentra por casualidad la arcilla necesaria para la forja, en un terraplén por el que resbala durante un fuerte aguacero. En ese momento, Andrei, ya envejecido, vuelve a entrar en escena, ahora como espectador. Asistimos a todo el proceso de fabricación de la campana (la compra del bronce, el recubrimiento del molde, la fundición, la eliminación del molde externo de arcilla), hasta que llega el gran día de la inauguración. Andrei pulula en torno al lugar de la obra, siempre atento a la evolución de los acontecimientos. Kiril ha vuelto a ser monje y reconoce que siempre le tuvo envidia. El bufón también vuelve a aparecer, y acusa equivocadamente a Andrei de ser aquel que le delató. El bufón llega incluso a blandir una hacha contra Andrei, pero desiste. Kiril se arrodilla ante él y defiende la inocencia de Andrei.
A la inauguración acude el Príncipe y también unos embajadores italianos. Después de mucho trabajo y mucha expectación, la campana suena y parece despertar a Andrei. Ignorado por el nuevo Príncipe y las autoridades, Boriska llora desconsoladamente: no conocía el secreto de la construcción de campanas, había mentido a todo el mundo, pero finalmente lo había logrado. Andrei lo consuela y, saliendo de su silencio, promete volver a pintar iconos. Iremos juntos al monasterio de la Trinidad, tú fundirás campanas y yo pintaré iconos.
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El joven Boriska prueba la arcilla ante los artesanos de su taller. Esa no es la adecuada. |
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Tras mandar que azoten a uno de sus ayudantes, Boriska pregunta al monje qué hace mirando. |
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Andrei observa las obras en silencio. |
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El día de la fundición. |
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Quitando el cubrimiento de arcilla. |
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Boriska descansa ante la campana finalizada. |
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Boriska reconoce su arriesgada mentira y Andrei lo consuela. Retomará los pinceles. |
La película finaliza con un epílogo anticlimático, a color, con detalles de los iconos de Andrei Rublev.
Cada fragmento tiene una duración desigual, siendo el último el más largo y también el más conseguido. En él la vida de los personajes se vuelve a cruzar, llegando a una conclusión. Cada sección comienza siempre in media res, sin que el espectador tenga demasiados puntos de referencia, más allá de la presencia del monje. Son habituales además los saltos de eje y el empleo de gran angular, que deforma ligeramente la imagen. La película avanza mediante un recurso recurrente de la elipsis. La cámara se desliza con suavidad, con algunos amplios movimientos de grúa, que finalizan en picados. La mayor parte de las veces, la cámara se desvincula del seguimiento de los personajes, para mostrar algún detalle sin relación con la historia, como un caballo, un cuenco de leche derramado sobre un río, un árbol o la nieve cayendo. El blanco y negro solo es sustituido por el color en el epílogo final, en el que de pronto la pantalla se enciende. Aunque resulte un tanto vacía esta afirmación, la película es toda una experiencia visual. Aun así, quizá sea la película más narrativa y menos manierista de la filmografía de Tarkovski, un director a veces bastante autocontemplativo.
En cuanto al sentido final, la obra explora diferentes caminos en lo referente a la creación artística. La película presenta bastantes ambivalencias y dilemas en este sentido. El contexto condiciona el arte y, al mismo tiempo, el artista debe intentar desligarse de la crueldad del mundo para reflejar la belleza. El artista es alguien inspirado por fuerzas incomprensibles pero, al mismo tiempo, no puede guardarse para sí su talento, sino que tiene el deber social de trasmitirlo a los demás a fin de conseguir la felicidad general. Por otro lado, es una película que muestra la crueldad y la esperanza, el horror y la posibilidad de la belleza, la desconfianza en el género humano y, al mismo tiempo, la capacidad de mejorar y enmendar los errores. Sin duda, es toda una obra maestra, una de las más grandes que ha dado el cine.
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