Recrear el interior de un hogar es recrear la vida: quizá sea esta una máxima demasiado ambiciosa, pero en parte tiene algo de verdad. Los maestros flamencos y holandeses fueron los primeros en explorar el territorio burgués por excelencia, el hogar. Primero Van Eyck y Campin, más tarde Vermeer y de Hooch, retrataron con perfección obsesiva ese nuevo espacio alejado por igual tanto de la naturaleza y del mundo campesino, como de las ruidosas y pestilentes calles de la ciudad bajomedieval y moderna. El interior doméstico era un espacio moralizado y ordenado, en el que cada objeto tenía una función, además de un significado.
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Anunciación, Tríptico de Mérode, Robert Campin, 1425 - 1430 |
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San Jerónimo en su estudio, Antonello da Messina, 1474 - 1475 |
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Una doncella dormida, Johannes Vermeer, 1656 - 1657 |
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Mujer y niña en la despensa, Pieter de Hooch, c. 1658 |
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Mr. & Mrs. Clark (David Hockney, 1971) |
Aún explorando la naturaleza salvaje y las masas incontroladas, el cine comenzó siendo burgués y ha retornado, de alguna forma u otra, al interior doméstico del que partió. La forma en la que se disponen los objetos en una habitación, ya sea ordenada y meticulosa, ya sea desordenada y aleatoria, dice mucho de cómo un individuo organiza su vida. Por ello el hogar muchas veces es una prolongación de la psicología, una forma diferente de retratar a un personaje y sus circunstancias.
Hay películas en las que el hogar es un espacio cambiante, regido por leyes propias, y por tanto repleto de trastos de todo tipo, desde plantas a libros o instrumentos musicales. Hay directores especialistas de estas casas habitadas, como Roman Polanski, con sus habituales vecinos al acecho, o Nanni Moretti y su "cine casero". En el caso extremo, la vivienda es un espacio de reclusión opuesto al mundo exterior en el que se acumulan y atesoran objetos a los que se otorgan nuevos valores, a un paso de caer en el síndrome de Diógenes, como sucede en la casa del vampiro de Detroit de
Only the lovers left alive. En cambio, habrá otras películas en las que imperen los espacios rigurosos, fríos, ausentes de objetos, esterilizados como un hospital, como la casa impoluta de
Jeanne Dielman o la casa a la moda, pero sin muebles ni apenas huellas de la vida cotidiana, y sí tonos crema y cortinajes, de
Carretera Perdida. Se trata en realidad de dos caras de la misma moneda, que ocultan idénticos peligros. La pasión que puede dar lugar al desenfreno frente a la razón que puede devenir locura. La gran vida familiar y conyugal, frente a la neurosis del soltero. La nave industrial y orgánica de
Alien, el octavo pasajero, en la que los peligros vienen de fuera como un inquilino incordiante, frente al trascendentalismo pop de
2001, una odisea en el espacio, que termina con una deriva hacia la nada.
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2001, una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968) |
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Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) |
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Rosemary's baby (Roman Polanski, 1969) |
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Caro diario (Nanni Moretti, 1994)
La comedia de la vida (Roy Andersson, 2007)
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Paris, Texas (Wim Wenders, 1984)
Jeanne Dielman, 23, quai de commerce, 1080 Bruxelles (Chantal Akerman, 1975) |
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Seis mujeres para el asesino (Mario Bava, 1963)
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Videodrome (David Cronenberg, 1983) |
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Only the lovers left alive (Jim Jarmusch, 2013)
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High-rise (Bean Wheatley, 2015)
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El conformista (Bernardo Bertolucci, 1970)
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El círculo rojo (Jean-Pierre Melville, 1970)
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Le Havre (Aki Kaurismäki, 2011)
Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964) |
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El espejo (Andrei Tarkovski, 1974) |
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Mi tío (Jacques Tati, 1958)
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El color de la granada (Sergei Paradjanov, 1968)
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Carretera perdida (David Lynch, 1996)
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Domicilio conyugal (François Truffaut, 1970)
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Arrebato (Iván Zulueta, 1979)
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El extraño caso de Angélica (Manoel de Oliveira, 2010) |
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Valle de Abraham (Manoel de Oliveira, 1994) |
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Parásitos (Bong Joon-Ho, 2019)
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Blade runner (Ridley Scott, 1982)
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Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958)
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
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Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988)
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Tres colores: rojo (Krzysztof Kieslowski, 1994)
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La soga (Alfred Hitchcock, 1948)
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The french dispatch (Wes Anderson, 2021)
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Profondo rosso (Dario Argento, 1975)
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Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino, 2021)
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Mandy (Panos Cosmatos, 2018)
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Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999)
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Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)
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